Olman Martínez

Olman Martínez

Director de la Universidad de las Ventas.

Olman Martínez, Universidad de las Ventas.

Por fin el año nuevo está a la vuelta de la esquina, y con el nuevo año viene también la revisión de propósitos. Es un momento propicio para mirar atrás y analizar lo hecho, así como para intentar un reinicio, con nuevos bríos, con nuevas esperanzas, con un remozado espíritu de logro imperando en nuestras mentes. Los siguientes cinco consejos pueden ayudarle a enfocarse, para que el nuevo año sea para usted una año de desarrollo, logros y prosperidad personal y profesional.

1. Conozca su “plataforma de lanzamiento”.

Si desea avanzar, debe conocer bien cómo llegó a donde está. Antes de planificar su futuro, haga un recuento de sus logros, de sus avances, de sus éxitos. Igual que un proyecto espacial, usted debe conocer fehacientemente dónde está ubicado, cuán fuerte es su base, para así proyectarse al futuro. Hágase una radiografía. Pregúntese cuáles fueron los factores que lo llevaron a estar –para bien o para mal—donde usted se encuentra hoy. Identifique los “factores cruciales”, aquellos que tuvieron el mayor peso en constituir esa plataforma que es su vida actualmente, y desde la cual intentará alcanzar las estrellas este año. Haga un recuento de sus “pertrechos” (habilidades, fortalezas, activos) antes de ponerse en marcha. Respóndase: “¿Dónde estoy, y cómo llegué aquí?”. Conocerse a uno mismo y entender sus circunstancias, es un paso clave para triunfar.

2. Aclare sus metas.

Cuando Cristóbal Colón partió del Puerto de Palos en busca de nuevas tierras, tenía claramente establecido en su mente cómo lo haría. Navegaría en línea recta en una dirección... ¡y las encontró!. Es crucial ponerse metas: puntos de destino claros, específicos, detallados. Si usted no cuenta con metas, no tiene derecho a llegar a ninguna parte: esa es una ley del éxito. O lo que es lo mismo: para quien no sabe a dónde ir, cualquier destino le basta. No se trata sólo de deseos; lamentablemente de deseos está empedrado el camino del fracaso para muchos, porque sólo los llevan a ese nivel, al del deseo. Las metas deben ser específicas, cronometrables, medibles. Decir “yo quiero llegar muy alto en la empresa” es sólo un deseo que muchos, muchísimos, comparten. Usted debe ser específico. Y es fundamental enfocarse en ellas. No se diluya. Usted no puede ser todo para todos a la vez o lograrlo todo. Debe enfocarse. En el enfoque, en la concentración, está la fuerza del logro.

3. Propóngase un plan de mejoramiento continuo

En la filosofía occidental, las personas quieren ganar desde la primera vez, quieren lograr el todo sin el mínimo retraso. En la filosofía oriental, específicamente en la japonesa, se habla de un mejoramiento continuo, paulatino, evolutivo, pero uno que no cede en el avance diario. Dicen los japoneses que si uno avanza a su meta aunque sea una pulgada diariamente, pero lo hace en forma constante, se garantizará el éxito. Es cierto: usted y yo, al igual que el resto de los mortales tenemos mucho por mejorar. Tal vez es en las relaciones interpersonales, posiblemente en el control de nuestro carácter, o quizá sea en el desarraigo de hábitos malsanos que nos impiden progresar. Bueno, pues de eso se trata justamente: de que los identifiquemos y nos propongamos un plan para ir logrando avances continuos. Eso sí, no se enfoque en sus debilidades. Es bueno que las conozca para saber dónde está ese enemigo que tal vez hasta ahora le impidió ganar, pero siempre déle mayor cabida en su mente a sus fortalezas y a su potencial.

4. Monte y siga un plan de acción.

Aquí es donde se diferencian los muchachos de los hombres, y las muchachas de las mujeres (si no lo pongo así, con ambos géneros, hiero susceptibilidades). Es fácil hacernos la “radiografía” y definir adónde queremos llegar. Lo que es “menos fácil” es decidir cómo haremos para lograrlo. Ya con sus factores cruciales bien identificados, enfoque su energía hacia ellos. No le voy a decir que sea fácil, pero sí es lograble. Se dice que el único lugar en que usted encontrará “éxito” antes de “trabajo” es en el  diccionario. Hay que estar dispuesto a pagar el precio que sea necesario. Cientos de historias de éxito nos comprueban que uno de los puntos diferenciales de los triunfadores en el mundo, es que contaron siempre con un plan de acción y lo siguieron perseverantemente. ¿Habrá tropiezos? ¡Ni lo dude! Pero recuerde a Thomas Alba Edisson, que según sus colegas había ya fracasado cerca de 950 veces intentando producir la bombilla incandescente. Y el decía: “Yo no he fracasado. Sólo he aprendido 950 formas de cómo no producir una bombilla incandescente”. Esa es la mentalidad del ganador: positiva, perseverante, enfocada en las posibilidades.

5. Fórjese constamente un carácter de campeón.

¿Recuerda a Mohammed Alí, el campeón del boxeo? ¿Qué hacía cada vez que subía al ring? Gritaba a los cuatro vientos, al contrincante, a quien quisiera oírlo: “Yo soy el mejor, soy el número uno del mundo, soy el campeón”. ¿Qué estaba haciendo Alí? Muchos creían que estaba tratando de asustar al contrincante, pero no era así. Estaba vendiéndose a él mismo, a Mohammed Alí, la idea de que él era el mejor, de que no podía perder. Eso es forjarse un carácter de campeón. Es venderse constantemente la idea de que tenemos todo lo que se necesita para ganar. Es decirnos que no importa cuáles sean las circunstancias, encontraremos la forma de surgir. Es hacernos constamente imágenes mentales viéndonos como campeones y modificar nuestro constante diálogo interior para vendernos la idea –sin devoluciones posibles—de que vamos a lograrlo. Es creer en usted... no importa qué. Siga estos cinco consejos a partir de hoy. No lo posponga. No diga, “lo haré mañana”. No. Propóngase comenzar hoy. Una característica de los ganadores es que hacen lo que tienen que hacer hoy, y si es necesario lo repiten mañana, pero no conocen el hábito de la posposición. Hágalo, mi estimado amigo, hágalo y hablaremos a final del año.


Olman Martínez es Presidente de La Universidad de las Ventas, empresa del Grupo Edinter Consultores, con sede en San José, Costa Rica. Olman Martínez es un reconocido conferencista motivacional y experto capacitador de vendedores, con trayectoria de años en todo el Continente Americano. Si desea enviar un email al autor, hágalo por medio de la siguiente dirección: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. (Derechos Reservados U-Ventas.)

Por Olman Martínez, Universidad de las Ventas.

Un ex-alto funcionario bancario solía decir a sus amigos: “Uno se esfuerza por motivar a su gente, pero a uno, ¿quién lo motiva?”

Es un hecho que en los esfuerzos de formación, se nos ha hablado mucho sobre cuáles son las técnicas más efectivas para motivar a nuestro equipo humano. Se nos ha demostrado más allá de cualquier duda que entre más motivado se encuentre el personal bajo nuestro cargo, mejor rendimiento nos dará y mejores serán entonces los resultados y la productividad de la unidad que manejamos.

Pero, ¿y nosotros? ¿Cómo podemos hacer para mantener nuestro nivel de motivación en un estado óptimo? Porque es sabido que si nosotros mismos no tenemos suficiente motivación, tampoco podríamos darla.

Así que hoy no vamos a hablar de cómo motivar a otras personas. Vamos a comentar sobre cómo nosotros mismos podemos manejar esa imperante necesidad, comportándonos como líderes, y tomando control incluso de nuestra propia motivación.

Comencemos por refrescar algunos conceptos propios del proceso de motivación... especialmente pensados para líderes. En primer lugar, es plenamente aceptado por los expertos, que la mejor motivación no es la que viene de afuera, del entorno, sino que es la que producimos nosotros mismos, la que viene de adentro.

Por supuesto que el entorno nos puede influenciar. Nuestros propios jefes son parte de nuestro entorno y sus acciones pueden afectarnos de una manera u otra. Los factores higiénicos –como hemos aprendido—nos pueden afectar; el famoso “top ten” de la motivación que maneja cada organización, también nos afecta a nosotros.

Sin embargo, los líderes tenemos una condición especial por el simple hecho de ser líderes: es que estamos acostumbrados a hacer que las cosas sucedan. No nos pasamos esperanzados en que el entorno sea el que maneje nuestras acciones y nuestras reacciones. Así que los líderes, los jefes, podemos autoinfluirnos para elevar nuestro propio nivel motivacional, más allá de lo que podrían hacerlo otros factores.

Entonces, mientras avanzamos con este tema, mantengamos en mente ese principio: que la mejor motivación es la que viene de adentro, es la que autogeneramos.

Otro principio importante es que nosotros podemos aprender a mantenernos automotivados. Sí, la motivación puede manejarse de tal forma que logremos empujarla hacia arriba en todo momento en que lo necesitemos, si aprendemos sus reglas y técnicas.

Veamos cómo funciona: La motivación se basa en la actitud que nosotros manifestemos ante la vida y ante todo lo que nos pase. La actitud es influenciada a su vez por los efectos externos. Dependiendo de cómo manejemos nuestra reacción ante esos factores externos, así podremos influir en nuestra motivación.

Digamos, por ejemplo, que amanece lloviendo. La lluvia es, obviamente, un factor externo. Ni usted ni yo podemos hacer nada por cambiar el hecho de que llueva, ¿correcto? Una persona podría reaccionar diciendo: “Uy, qué pereza... ¡amaneció lloviendo. Hoy va a ser un día horrible. Me deprimen los días de lluvia”. Pero otra persona, tal vez con una mentalidad más de líder como nosotros, decide que no va a permitir que la lluvia le eche a perder el día. Entonces dice: “Amaneció lloviendo. Qué bien: ahora todo va a estar más verde y más fresquito. Y hoy me va a salir siempre de las mil maravillas!”

¿Me explico? El principio demostrado aquí es que tenemos el poder de decidir cómo vamos a reaccionar ante la vida. Cuando decidimos que vamos a reaccionar positivamente ante aquellas cosas que tal vez no podemos cambiar, el efecto no se manifiesta negativamente en nosotros... y comenzamos a autoliderar nuestra propia motivación.

Un principio adicional que podemos manejar para ayudarnos a mantenernos motivados, es que los factores sensoriales externos pueden afectar nuestra sensación de bienestar. Nos referimos aquí a esa serie de impactos que recibimos a través de nuestros cinco sentidos, y que los estudios prueban que ejercen una decidida influencia sobre nosotros.

Por ejemplo, se sabe que cuando una persona está deprimida, el hecho de que salga de donde podría estar “encerrada”, a la luz del día, al aire libre, casi automáticamente le incrementará su sensación de bienestar. Esto se debe a los diversos impactos visuales, táctiles, auditivos e incluso olfativos que de inmediato llegan a nuestro cerebro. Una de las más maravillosas curas para los estados depresivos es la exposición temporal a la luz del sol. Si a ello se agregamos sonidos placenteros, olores agradables y panoramas positivos para la vista que disfrutamos al aire libre, se comienza a producir el cambio.

Dentro de este mismo punto tenemos el efecto que los colores ejercen sobre nuestra psiquis. Cuando por algún motivo estamos pasando un período de aparente desmotivación, podemos ayudar a contraatacar a ese enemigo usando prendas de colores probadamente motivacionales. Veamos el ejemplo: si estamos deprimidos y desmotivados, y todavía encima nos ponemos ropa muy oscura o de colores llamados “tristes”, poco estamos haciendo en favor de ganar terreno. Pero si, por el contrario, nos ponemos una corbata de colores fogosos, como en tonalidades rojas, amarillas o cálidas, ese mínimo atuendo nos comenzará a ayudar. En el caso de las ejecutivas, la gama de colores y atuendos es mayor: una pañoleta, un blazer, e incluso el mismo maquillaje usado discretamente, puede ayudarle a elevar su nivel motivacional.

Ese último principio, entonces, nos lleva a comprender que hay factores sensoriales, digamos pequeños truquitos que, aunados a otras condiciones y circunstancias, nos ayudan a liderar nuestro propio nivel de emotividad. Obviamente, primero habremos identificado como buenos analistas que somos, cuáles son las razones primarias de la desmotivación, cuáles son los factores desencadenantes de ese estado tal vez depresivo, y habremos intentando solventarlos. Pero estas técnicas complementarias que estamos compartiendo hoy, nos facilitan y nos allanan el camino, para comenzar a sentirnos mejor.

Un último principio que me gustaría compartir con ustedes es el del llamado “juego de la vida”. No es cierto que siempre podamos estar tremendamente motivados. Somos seres humanos y una parte esencial de esa condición es que hay altibajos en nuestro nivel motivacional. El juego de la vida se llama “caer y levantarse”. Este nos lleva a recordar que la vida es como un “ring” de boxeo y que a veces vamos a caer a la lona. Pero tengamos presente, una vez más, que el nombre del juego es “caer y levantarse”. No es cierto que en esta vida triunfen aquellos que nunca caen a la lona. La realidad es que triunfan aquellos que se levantan por lo menos una vez más de todas las veces que cayeron.

Entender ese principio del “juego de la vida”, hacerlo nuestro y sacarle provecho, es parte esencial para que nosotros, los líderes de los equipos humanos, podamos ejercer directa influencia sobre nuestro nivel motivacional.

Ahora voy a presentarle algunos consejos muy prácticos para que usted intente mantenerse siempre impulsando su motivación. Son recomendaciones muy sencillas, pero que, estoy totalmente seguro, le darán resultados si las pone en práctica. Son técnicas directas pero llenas de dinamita. Así que escúchelas y hágalas suyas.

Lo que bien comienza, bien termina.

Intente que las primeras horas del día sean lo más positivas posible. Lo queramos o no, todo lo que pase desde el momento en que nos levantamos hasta que llegamos a oficina por las mañanas, tendrá una influencia directa sobre nuestro nivel motivacional. Así que intente que esas primeras horas transcurran en lo posible sin mayores complicaciones. Por ejemplo, haga del desayuno un rato agradable para compartir con la familia, y no se enfoque a resolver problemas hogareños en ese lapso. Mejor déjelos para la noche.

No se deje influenciar por el clima.

Retomando lo que vimos anteriormente, no permita que el clima le eche a perder el día. De hecho, no permita que ningún evento fuera de su control le eche a perder su día. Llueva, truene o haga calor, siempre dígase al levantarse que éste será un día muy agradable, bien productivo y que todo le va salir muy bien.

Escuche cosas positivas por las mañanas.

Aunque nos convenga como líderes el estar al día con las noticias de nuestro campo, nada va a pasar si mejor dejamos para la tarde el conocer esa información. La verdad es que la mayoría de las noticias que nos presentan los medios se enfocan en lo negativo. Es entendible, pues eso vende. Y si usted escucha información negativa por las mañanas –volvemos a lo mismo—ello puede afectar cómo se programe para comenzar el día. Así que, mejor deje las noticias para la tarde, cuando va de vuelta a casa.

Trate de sonreír y reír antes de llegar al trabajo.

Esta es una técnica científicamente probada. Cuando reímos, nuestro cerebro produce unas sustancias llamadas “endorfinas” que actúan sobre todo el organismo como analgésicos y como energizantes. Cuando usted escucha programas chistosos por las mañanas, o escucha música de ritmo acelerado que lo hace sonreír e incluso moverse un poco, ese milagro bioquímico se produce en su organismo, y ello afecta positivamente su sensación de bienestar durante varias horas. Así que intente comenzar el día sonriendo mucho y, si es posible, riéndose a más no poder. Una buena carcajada mañanera le energizará buena parte de su día.

Positivice su diálogo interior.

Todos los seres humanos pasamos largas horas del día conversando con nosotros mismos. Tenemos algo así como cintas pregrabadas que a veces ponemos a sonar una y otra vez. Si esas cintas hablan de cosas positivas, nos ayudan; pero si son cintas negativas, que nos recuerdan tal vez nuestros fracasos pasados, más bien nos quitan energía. Usted tiene el poder para decidir qué diálogo interior va a sostener consigo mismo. Positívelo. Cuando se “pesque” hablándose negativamente, diciéndose tal vez que no vale nada, que está feo o que nada le sale bien, detenga esa cinta, sáquela de la casetera mental, e introduzca otra en la que se autobombardee mensajes positivos. Otra actitud que va en contra de su bienestar es cuando usted se enfoca sólo en sus debilidades. Más bien, enfoquémonos en nuestras fortalezas y nuestra percepción del mundo cambiará. El positivar el diálogo interior es una técnica empleada por los mejores psicólogos del mundo, y le puedo asegurar que funciona.

Involúcrese en actividades extracurriculares.

Una forma muy inteligente de “desenfocarnos” al menos por ratos de las situaciones tensantes que a veces experimentamos en la oficina, es el que contemos con una o varias actividades de las llamadas “extracurriculares”. Son actividades que no tienen ninguna relación con lo que hacemos en el trabajo. Por ejemplo, usted podría involucrarse con un grupo comunal para embellecer su barrio; o podría ser miembro de un equipo deportivo que va a “quemar tensiones” una vez por semana; o podría ayudar en un asilo de ancianos o dirigir a las muchachas guías o a los “boy-scouts” de la comunidad. O podría involucrarse en un campeonato de bolos o meterse en un taller literario y dar rienda suelta a sus musas. Todas esas actividades son una muy oportuna y recomendable válvula de escape para dejar salir nuestras normales tensiones, y para dar a nuestra mente la posibilidad de reconocer que puede “desenfocarse” a voluntad de las situaciones que le causan tensión y desmotivación.

Asóciese con gente positiva.

Si quiere aprender a ser positivo, júntese con gente que ya lo sea. El ser positivo es contagioso y si usted habla con personas que ya se enfocan en las posibilidades, no en las limitaciones, generalmente comenzará a ser como ellos. Eso se llama el proceso de “contaminación positiva”. Por otra parte, aunque como jefes y líderes que somos no podemos desvincularnos de personas negativas que a veces tenemos en nuestros equipos, sí podemos aprender a neutralizarlas en nuestra mente. El proceso es muy sencillo: esa gente negativa se parece a un “vampiro energético”: cada vez que uno habla con ellas, terminan diciéndole que todo va mal y que va a continuar peor. Entonces nos drenan la energía. Ante esa situación, acostúmbrese a bloquear en su mente, en su fuero interno, toda insinuación o afirmación negativa que escuche. Recuérdelo: Usted tiene el poder para decidir qué acepta y qué no acepta. Nadie puede desmotivarlo si usted no lo permite.

Tome los fracasos como simples experiencias.

Esta es una condición permanente en los líderes ganadores. Ellos saben que –como dijimos antes—de vez en cuando el juego de la vida nos va a enviar a la lona. Y eso duele... ¡cómo duele! Pero los líderes que aprenden cómo automotivarse no se quedan llorando por siempre por el hecho de haber caído. Por el contrario, toman los fracasos como simples experiencias de las cuales aprenden. Incluso muchos dicen: no hay fracasos, sólo retroalimentación. Los líderes ganadores –y seguro usted es uno de ellos—miran esos pequeños escollos como peldaños para alcanzar alturas superiores. Mientras que los verdaderos fracasados, que son la gente negativa, ven en cada situación un problema, los líderes positivos y motivados ven en cada situación una oportunidad.

Agradezca la reafirmación, pero no viva sólo de ella.

Hay personas que viven esperando que el mundo a su alrededor apruebe todo lo que hacen, ¿los conoce? Bueno, a todos nos gustaría que nuestros colaboradores, nuestros jefes y los clientes aprobaran totalmente y en forma continua nuestras acciones. Pero ello no funciona así. Tarde o temprano usted va a recibir retroalimentación negativa, en forma de críticas o de de-saprobación. Usted debe estar preparado mentalmente para aceptar que aunque la reafirmación externa es muy deseable, no siempre la vamos a recibir. El verdadero líder maneja sus propias baterías de reafirmación interna, y tiene almacenada suficiente carga como hacerle frente a los embates del entorno. El sabe que no siempre recibirá una total aprobación, pero también sabe que si cree en sus propias potencialidades, podrá mantenerse a flote continuamente. Así que agradezca la reafirmación de los demás, pero no viva sólo de ella.

Finalmente, sea perseverante en sus técnicas.

Como dijimos al principio de este artículo, el ser positivos y el estar motivados se puede aprender. Es cuestión de aprenderse técnicas probadas por muchos líderes de éxito del mundo y probadas también por los mejores científicos de la mente. Entonces, lo que nos queda es comprender cómo funciona este proceso. Nuestro cerebro es como una máquina programable. Si durante muchos años hemos dejado que las circunstancias externas nos manejen, y no nosotros a ellas, quiere decir que tenemos programado el cerebro para reaccionar en la dirección contraria a nuestros intereses. Lo que tenemos que hacer es volvernos perseverantes, comenzar a aplicar estas técnicas con disciplina, reprogramar nuestra mente y hacernos cargo de nuestra propia motivación. Seamos conscientes que de vez en cuando la motivación se nos va a escapar de las manos... momentáneamente, pero que con un mínimo esfuerzo podremos volver a capturarla. Entre más practique usted estas técnicas de automotivación, más fácil se le volverá mantenerse más y más automotivado.

Y ahora... cuando nos veamos tentados tal vez a preguntarnos “y a mí, ¿quién me motiva?” respondámonos con seguridad que tenemos el poder para decir: “Yo soy el líder de mi propia vida, y también puedo motivarme a mí mismo”.

Hasta nuestro próximo comentario de la serie.


Olman Martínez es Presidente de La Universidad de las Ventas, empresa del Grupo Edinter Consultores, con sede en San José, Costa Rica. Olman Martínez es un reconocido conferencista motivacional y experto capacitador de vendedores, con trayectoria de años en todo el Continente Americano. Si desea enviar un email al autor, hágalo por medio de la siguiente dirección: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. (Derechos Reservados U-Ventas.)

Por Olman Martínez, Universidad de las Ventas.
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A veces nos preguntamos si nuestro esfuerzo valdrá la pena, ¿verdad? Intentamos actuar como positivos agentes de cambio en nuestras empresas, pero –lamentablemente—surgen escollos que vencer, personas que nos quieren “bajar las baterías” o situaciones de tensión. Ahí es cuando nos preguntamos: ¿Valdrá la pena?

Yo creo que sí vale la pena ese esfuerzo individual que hacemos. Déjeme compartir con usted una historia que probablemente ilustrará lo que le digo.

Se cuenta que en cierta ocasión la marea sacó a la playa miles y miles de estrellas de mar vivas. Una mujer con mucha sensibilidad y amor a las criaturas de Dios comenzó a recoger una por una cuantas estrellas podía, y una por una las devolvía al mar para evitar que murieran.

Entonces alguien se le acercó y le dijo: “¿Para qué se molesta? ¡No vale la pena! ¿No ve que son miles y usted no podrá devolver sino unas cuantas al mar?”

La mujer no dijo nada en ese momento. Sólo recogió otra estrella más y la devolvió al agua. Entonces comentó: “Para esa estrella de mar, sí valió la pena mi esfuerzo”.

El mensaje de esta historia es que no siempre podremos cambiar a todo el mundo; pero podremos cambiar una porción de él. Que tal vez no podamos cambiar a toda la empresa, pero que tal vez logremos cambiar a una unidad. Que tal vez no podamos cambiar a todo nuestro departamento, pero tal vez logremos cambiar a una persona. Y entonces, por esa sola persona, nuestro esfuerzo habrá valido la pena.


Olman Martínez es Presidente de La Universidad de las Ventas, empresa del Grupo Edinter Consultores, con sede en San José, Costa Rica. Olman Martínez es un reconocido conferencista motivacional y experto capacitador de vendedores, con trayectoria de años en todo el Continente Americano. Si desea enviar un email al autor, hágalo por medio de la siguiente dirección: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. (Derechos Reservados U-Ventas.)

Cuando las cosas parezcan ir mal, como a veces pasa,
Cuando el camino se ponga cuesta arriba.
Cuando tus recursos mengüen y tus deudas suban
Y al querer sonreír tal vez suspiras,
Cuando los problemas te tengan agobiado:
¡Descansa si te urge, pero no te rindas!

La vida es rara con sus vueltas y tumbos
Como todos muchas veces comprobamos.
Y muchos fracasos suelen suceder,
Aun pudiendo vencer, de haber perseverado.

Por eso, no te rindas aunque el paso sea lento.
El éxito puede estar a la vuelta de la esquina.
Recuerda esta verdad:
El fracaso es el triunfo al revés.
Es el matiz plateado de esa nube incierta,
Que no te deja ver la luz del sol...
Aun estando tan cerca.

Por eso, decídete a luchar sin dudas,
Porque en verdad,
Cuando las cosas se ponen “difíciles”,
El que es valiente no se rinde:
¡Lucha!

 

(Autor desconocido)