En general, a los seres humanos nos es difícil quejarnos de un mal servicio, por lo menos en el ámbito de América. Sin embargo, esta cultura ha venido cambiando, puesto que el consumidor final es el premiado al exigir excelencia en sus productos o servicios.

Hablamos de la marca, de nuestro equipo de cómputo, del servicio, de los supermercados, del mayorista, de los clientes, y hasta del gobierno. Pero, ¿cuántas de estas quejas tienen un final feliz? En Latinoamérica somos muy pasivos. Personas que han estudiado este fenómeno cultural, manifiestan: "Tenemos gran capacidad de teorizar, pero dificultad para trasladar la teoría a la práctica".