Cuando los ojos hablan

Olman Martínez, Especial para Revista Perfil.
Costa Rica. 2002.

¿Qué piensa usted de una persona con la cual está hablando, y ella o él no la mira a usted a los ojos? He hecho esta pregunta cientos de veces en mis seminarios de manejo de imagen, y las respuestas han sido siempre predominantemente negativas.

Los estudios comprueban que el no mirar a los ojos del interlocutor genera una serie de ideas que hablan mal de la proyección de la persona. “Que es tímido”, “Que no le interesa lo que le estoy diciendo”, “Que me está ocultando algo”, “Que es inseguro”, “Que es mal educado”, “Que es irrespetuoso”, “Que me está mintiendo”. ¿Son esas características de personas ganadoras? ¡Definitivamente no!

Dicen que “los ojos son la ventana del alma”. Y es que los ojos han sido objeto de observación, de estudio y de mención por parte poetas, historiadores, psicólogos, artistas y... la humanidad entera, desde tiempos inmemoriales.

La principal atención de las personas se centra en nuestra cara. Cerca del 80 por ciento del tiempo que nos ven, su mirada se dirige a nuestro rostro. Por eso el rostro se convierte en “la cara principal” de ese producto de supermercado que –como analogía—somos los seres humanos.

La cara es un teatro que proyecta todo tipo de emociones. Y ese teatro está lleno de actores. La boca, las cejas, la frente, las orejas... Y entre todos ellos los ojos son, sin lugar a dudas, el “actor principal”, el protagonista.

Las personas percibidas como “seguras de sí mismas” y “ganadoras” son aquellas que hacen más contacto visual positivo. Quienes no manejan este poderoso hábito –de mirar a los ojos—hacen contacto visual apenas un 30 por ciento del tiempo. Y al revés: quienes sí se proyectan bien en este ámbito, suelen hacer contacto visual aproximadamente un 70 por ciento del tiempo, y “juegan teatralmente” con el otro 30 por ciento.

¿Qué significa “jugar teatralmente”? Que realizan movimientos de ojos acorde con lo que quieren trasmitir. Es decir, son estrategas y utilizan los ojos como una poderosa herramienta de comunicación. Saben que incluso en ese 30 por ciento del tiempo en que no hay contacto visual, están siendo observados y, lo quieran o no, están comunicando algo.


Me está mintiendo

¿Ha estado usted conversando con alguien, y ha tenido la sensación de que esa persona no le está diciendo la verdad? Usted podría haber pensado: “No sé, pero siento que ese hombre me está engañando. Hay algo raro en él...” Podría ser por el movimiento de sus ojos. Los ojos hablan, y aunque no hayamos estudiado nada sobre oculésica –la ciencia del movimiento de los ojos y del contacto visual—de alguna manera natural lo percibimos claramente.

Cuando usted “pesca” a un ladronzuelo robando dentro de su casa ¿qué hace él al verse descubierto? Rápidamente ve hacia los lados buscando una salida... y sale corriendo, ¿verdad?

Bueno, pues igual pasa con las personas que mienten mucho o que están inventando respuestas: realizan constantes movimientos laterales con los ojos. Sus globos oculares se mueven horizontalmente de un lado a otro mientras nos contestan. ¡Están pensando qué contestar!

Los estudios demuestran que cuando estamos buscando en nuestro cerebro información que sabemos que está ahí (es decir, que no vamos a inventarla), generalmente no vemos a los lados, sino que vemos hacia arriba. Volvemos los ojos hacia nuestro “CPU” natural, hacia la base de datos que tenemos arriba en el cerebro. Haga la prueba. Si yo le pregunto: “¿En qué año fue que vino Cristóbal Colón a América por primera vez?”, muy probablemente usted volverá sus ojos hacia arriba mientras piensa: “Mmmm. ¿Fue en 1492 ó en 1502?”.

De hecho, si nos colocaran un electroencefalograma, al mirar hacia arriba (cuando estamos concentrados) estamos produciendo entre 7 y 14 ciclos. Mientras que al mirar hacia adelante o hacia los lados, nuestro cerebro estará produciendo entre 14 y 21 ciclos.

¿Lo ve usted, estimada lectora? ¡Los ojos hablan! Y si usted es una buena estratega de su manejo de imagen, se volverá consciente de ello, e intentará que el mensaje que envíen sus ojos, y los movimientos oculares, sean los más adecuados y oportunos para sus objetivos.


Mirando de cerquita

Tal vez usted ha notado, en las películas o en vivo, que muchos árabes cuando van a comprar y a regatear, usan anteojos oscuros. Posiblemente ha visto fotos de cuando ellos llegan a Nueva York, a la OPEP, a vender su petróleo: Generalmente van vestidos a la usanza occidental, pero ¡usan anteojos oscuros! ¿Por qué? Y si usted es bien observadora, habrá notado que en muchos pueblos árabes, los hombres suelen hablar entre sí a una distancia mucho más corta de lo que lo hacemos en el mundo occidental. ¿Por qué?

Porque ellos por siglos han conocido algo que a menudo ignoramos en el mundo occidental: que los ojos hablan. Saben que al ir a regatear, sus ojos pueden delatar su interés, haciéndoles perder un mejor precio. Al hablar de cerquita están “leyendo” los ojos de su interlocutor. Pero, ¿qué parte de los ojos es la que ven?

En la Universidad de California en Los Ángeles (la famosa UCLA), estudios realizados rigurosamente por muchos años, han comprobado que cuando usted y yo estamos ante algo que nos interesa, ¡la pupila, esa parte central del ojo, se nos dilata, se nos hace más grande! Y al revés, que cuando estamos ante algo que nos disgusta, la pupila se nos hace más pequeñita.

Cuando decimos algo positivo, tendemos a abrir los ojos. Al bebé le decimos: “Abra la boquita. Mmmm.. ¡Qué comidita más rica!”. Y al hacerlo, abrimos los ojos. Estamos dejando pasar más cantidad de información (luz) y estamos trasmitiéndole al bebé nuestro reforzamiento positivo por lo que decimos. Pero cuando estamos enojados o le reclamamos algo a alguien, tendemos a entrecerrar los ojos, ¿verdad? Haga la prueba y notará la veracidad de esto.

Pues fíjese que en la UCLA se dieron cuenta que cuando un hombre está viendo una revista “de señoras pobres” (que no tienen dinero para comprar ropa), la pupila se dilata casi hasta el doble en 30 segundos. Y que cuando una mujer mira a un bebé, la pupila también se le dilata notablemente.

Esta información es conocida por algunos vendedores. Por ejemplo, los de libros. Se les ha enseñado que al llegar a nuestra casa nos saluden, pero que “estratégicamente” y de manera subrepticia, por supuesto, nos miren cómo tenemos la pupila. Inician entonces su presentación de ventas. Comienzan a sacar esos grandes catálogos donde se ven las enciclopedias, y siguen mirándonos a los ojos. Se les ha enseñado que, al momento que perciban que la pupila del cliente se ha ensanchado lo suficiente, es hora de callarse y de darle al cliente el contrato para que firme. ¡Están leyendo nuestro interés en su oferta, por medio de la pupila!

Es natural. Al ver algo interesante, se nos sube el ritmo cardiaco, hay mayor irrigación de sangre a los globos oculares, los ojos se vuelven más brillantes y abiertos... y la pupila se nos dilata.

Así que la próxima vez que usted esté hablando con ese hombre de su vida... ¡mírele la pupila! Si usted nota que se le ha dilatado... tal vez la cosa esté mejor de lo que se imagina.

Ojos de cachorro:

Traiga a su mente la ilustración de un bebé. Tal vez la que sale en los frasquitos de una conocida marca de colados para bebés. ¿Qué recuerda? Si es usted observadora, habrá notado, por ejemplo, que al bebé no se le ve el cuello. La cabecita está casi completamente pegada al cuerpo. Y también... que tienen los ojos grandes, proporcionalmente más grandes de lo que los tenemos los adultos. Igual pasa con los cachorros de muchos mamíferos, como los perros. Tienen ojos grandes y abiertos, casi como asombrados.

Los bebés son seres aceptados, queridos y deseados casi por la totalidad del género humano. Los científicos del manejo de imagen han comprobado que ciertas características del bebé, que a veces se mantienen hasta la edad adulta, ayudan a que una persona sea mejor aceptada o percibida.

Una de ellas es la de tener “ojos de cachorro”. Las personas que tienen ojos grandes y expresivos, generalmente son mejor percibidas, calificadas y aceptadas por sus interlocutores. Por el contrario, los ojos muy pequeñitos son percibidos de una manera menos positiva. Por dicha que usted, como mujer, tiene el recurso de un buen maquillaje de ojos, que puede ayudarle a que estos se vean más grandes, si lo requiriera.

En resumen, amiga lectora, las técnicas del manejo de imagen tienen muy en cuenta la calidad de su contacto visual, la “lectura” de sus ojos, y la forma que estos tienen en las personas. Conociendo esta información, usted puede mejorar su proyección de imagen, y acercarse cada vez más a ese nivel de éxito que usted desea.


Olman Martínez es Presidente de La Universidad de las Ventas, empresa del Grupo Edinter Consultores, con sede en San José, Costa Rica. Olman Martínez es un reconocido conferencista motivacional y experto capacitador de vendedores, con trayectoria de años en todo el Continente Americano. Si desea enviar un email al autor, hágalo por medio de la siguiente dirección: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. (Derechos Reservados U-Ventas.)
Olman Martínez

Director de la Universidad de las Ventas.